Abdoulaye Bilal Traoré o la humanidad como inspiración

Abdoulaye Bilal Traoré o la humanidad como
inspiración

Palabras recogidas y escritas por
Enrique Lomas López  (Uni de Alicante/2011)

Me licencié en Letras en la Universidad Cheikh Anta Diop
de Dakar, y la inquietud me llevó a Gambia y a Mauritania.
Años después llegué a Galicia, en marzo del 2000, procedente
de Bélgica, y a partir del año 2004 sentí una fuerte necesidad
de escribir en castellano. Mis poemas los iba colgando en un
blog y, por distintas casualidades, una amiga me propuso que
los editara. Cuando llevaba unos años en Galicia, me empecé
a vincular al mundo literario y cultural de Pontevedra, en los
Brumarios Poéticos, como músico, recitando poemas de Césaire,
Senghor, de Nicolas Guillén…
Escribir en castellano para un senegalés no es una coincidencia
tan grande como pudiera parecer a primera vista. En
Senegal se estudia el francés, que es nuestra lengua oficial,
pero hay mucha gente interesada en aprender castellano. En
el colegio se puede cursar este idioma como tercera lengua,
así que es muy popular entre los estudiantes senegaleses, por
ser una lengua románica con las mismas raíces que el francés.
Mi poemario Oculto al sol (2010) tiene dos partes. En la
primera parte, empiezo diciendo que mi lengua es con quien
me despierto, en un presente cambiante. En la segunda parte
intento dejar entrever un poco más lo que soy y lo que los
demás observan de cómo soy. Me interesa la opinión del otro,
pues considero que cualquier persona, en cualquier parte del
mundo, es parte de mí por el simple hecho de ser una persona.
Este fue uno de los motivos que me empujaron a decir lo
que pienso.
A veces intento pasar de largo de matices característicos
de la literatura africana, que se presupone que tenemos que
decir: paso de largo de la negritud y de la situación de África.
Pero es inevitable hacer frente a la situación de las personas,
en realidades concretas que se dan en la sociedad española:
extranjeros, ilegales, sin papeles, etcétera. Son personas, a fin
de cuentas, en el seno de una realidad social.
No he tenido ningún guión para escribir Oculto al sol. La
razón de ello era que quería hablar de todo lo que estaba pensando
en el momento de la escritura, daba igual el enfoque.
Según me iba surgiendo, iba desarrollando lo que pensaba
sobre la vida.
Pero hay un elemento muy importante en mi poesía, y es
Senghor. Hablo mucho del yo, como Senghor, porque lo saco
del corazón y lo plasmo en el papel. Lejos de ser algo indivi
dual, es un yo colectivo, con unos parámetros. A las cuestiones
de fondo, a las experiencias personales, se les puede dar la
etiqueta del yo colectivo porque empiezan con algo personal,
pero son cosas que quizás haya gente que las está viviendo
también. Es un yo colectivo, pero personal: mis vivencias
pueden ser compartidas por más personas.
Después, me interesan las ramificaciones que tiene mi
obra con el cuento. Al decir yo, dejo también la puerta abierta,
como en un cuento africano. Y no sólo de África, sino también
de América del Sur, que cuento desde recientemente.
Los cuentos africanos terminan de una manera abierta, dando
un estímulo al lector y haciendo que cada uno tenga su
propia forma de interpretarlo.
Las visiones que tengo en este libro de cincuenta y seis
poemas, de las cosas que hablo, son muy diversas. Paso de mi
hija a Galicia, al Mediterráneo, a una sabia vieja africana que
está en una colina. Paso de tema a tema, porque en el momento
en el que escribo es lo que siento; es ese el momento
en el que surge la inspiración. Puedo hablar de la orilla del río
Senegal, donde pasé buena parte de mi vida, aunque nací en
Dakar. Fue una juventud que viví hasta los quince años, en la
que ví cosas del norte de Senegal que me impactaron y que
me hicieron ver mucho más de lo que soy.
El río es un contacto plural entre Senegal, Mali y Mauritania.
Mi padre es de Mali, mi madre de Mauritania, aunque
ambos nacieron en Senegal, como yo. Si hay un problema,
¿dónde me sitúo? Eso es un encuentro, que gira alrededor del
río Senegal. Hablo de Galicia, donde vivo, una tierra que he
amado, que he descubierto y que me atrajo. Estoy enamorado
de esa Galicia en la que no se sabe si se sube o se baja, aunque
siempre está verde, bien regada. Galicia es un alimento para
el alma.
Trato la prisa impuesta mentalmente, la primavera que
despierta sensaciones, mi feminidad como hombre que orgullosamente
ninguneo, y la masculinidad de la mujer, entre
las cuales se produce un encuentro sin que ninguna de las
dos pierda nada (por ejemplo, la identidad). Del Mediterráneo,
hablando de Yasir Arafat. De mi ira al ver cómo el más
rico es cada vez más rico y acaba con el más pobre. Hablo
del tambor de mi alma, que toco con las manos y con el que
siento los latidos del corazón. De amores plurales. También
de Senghor, que hablaba de cultura universal: de dar y recibir,
intercambio que no hace desplazar a nadie. Del 1968, año en
el que nací, pero del que no conozco nada.
Y del djembé. Aunque me gusta mucho más la guitarra.
Pero desde la primera vez que pasó el djembé por mis manos,
por cuestiones de trabajo, pues tenía un taller donde los montaba,
no he podido apartarme de este instrumento.

Afrique, mon Afrique
Afrique des fiers guerriers dans les savanes ancestrales
Afrique que chante ma grand-mère
Au bord de son fleuve lointain
Je ne t’ai jamais connue
Mais mon regard est plein de ton sang
Ton beau sang noir à travers les champs répandu
Le sang de ta sueur
La sueur de ton travail
Le travail de l’esclavage
L’esclavage de tes enfants
Afrique, dis-moi Afrique,
Est-ce donc toi, ce dos qui se courbe
Et se couche sous le poids de l’humilité
Ce dos tremblant à zébrures rouges
Qui dit oui au fouet sur les routes de midi
Alors gravement, une voix me répondit
Fils impétueux, cet arbre robuste et jeune
Cet arbre là-bas
Splendidement seul au milieu des fleurs blanches et fanées
C’est l’Afrique, ton Afrique qui repousse,
Qui repousse patiemment, obstinément
Et dont les fruits ont peu à peu

L’amère saveur de la liberté

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