PUNTO DE VISTA: EL VOTO


PUNTO DE VISTA: EL VOTO

¿Por qué no votar? ¿Por qué votar en blanco? ¿Por qué abstenerse?


Cuando nació el anarquismo, el nihilismo, el dadaísmo, el surrealismo…, el mundo ya había hecho un largo recorrido de aprendizaje de la vida, la explotación de unos muchos hasta la hartura por unos pocos. La muerte en la pobreza absoluta y no pasa nada como si algo ha hecho ricos forzosamente respetados para siempre y pobres pisoteados a gusto para la eternidad. El feudalismo como la esclavitud han cambiado de cara con la única diferencia de que en vez de matar a un ritmo más rápido y horrible, mata a fuego lento por aniquilación progresiva de neuronas a neuronas hasta el desplome. El resultado es que mueren más sujetos sin que le importe verdaderamente a nadie. No con gusto sino, por acumulación de sucesos de todo tipo desgracias en su mayoría. Ahora que somos muchos y tan muchos que las barbaridades que se producen diariamente, son inasimilables todas para el Ser. El anarquismo como tantos otros movimientos culturales y políticos nacidos del rechazo frontal a las clasificaciones para explotar dolorosamente a otros, lógicamente, no llevaron a ningún lado cierto pero, allí estuvieron para asentar el hecho según el cual la felicidad se busca entre los escombros de las dificultades del camino estando claro que para reconstruir cualquier deterioro personal o colectivo, hace falta tener en mente o a la vista lo que todo fue. Los muy pequeños cambios sociales pueden a lo mejor hacerse en un tiempo relativamente corto. Los cambios a nivel de estado de ninguna manera se pueden hacer con prisa. Una maquinaria perfilada desde siglos para demostrar la veracidad, el peso, la aplicación de una palabra como democracia no se puede derrumbar en un barrer de mano, un no votar, un voto en blanco, una abstención porque sí. La situación general actual de la política acaba siendo en cualquier entorno cosa de dos a tres partidos. Un movimiento popular que tire hacia la extrema derecha o suba al monte pero, la palabra popular en sí, convencionalmente en todas las lenguas se refiere al pueblo. Un movimiento socialista que tire hacia la hipocresía más demagoga tarde o temprano levanta el velo pero, la palabra social se refiere y queda a la sociedad. Una palabra que a lo largo de los tiempos inmemoriales se ha ido destiñendo como tantas otras lógicamente es el nacionalismo que tuvo sus años de esplendor justificado en momentos y situaciones históricas bien determinados en la marcha de los pueblos. Ahora que se rebaja el café con leche para que uno se lo beba, el nacionalismo se da cuenta que cada uno es una conspiración de muchos a tener en cuenta. Cuando un pueblo es consciente que es más esclavo que nunca y decide cambiar su día a día social, económico y político lo que queda como referencia en tales situaciones es la elección, el voto responsable. Ir cambiando de ropa cuando está sucia y huele fatal. Un cambio siempre parte de sí mismo. Lo que no quieres que alguien te lo haga no lo hagas a los demás. Un buen punto de partida para mejorar. El hombre por naturaleza tiende a cooperar y de allí la necesidad de competir uno contra el otro sanamente. Una capacidad de adaptación tremenda que ningún otro animal excepto el ser humano tiene pero no sabe cómo gestionarla y entonces, cae en el dicho de René Descartes:”No quiero ni siquiera saber si antes de mi hubo otro hombre” cuando todo alrededor está conectado. El voto en democracia es un arma colectiva para ir segregando la semilla buena de la mala cada X tiempo. No quiere decir que siempre acertamos pero se puede cambiar siempre en la siguiente. Es cosa de todos a la vez contundentemente para no ahogarse en las manos de los centralizadores de poderes. Como ciudadano y elector, el político que eliges es el reflejo de tu imagen en el espejo, el que te gustaría ser concentrando igual poderes de decisión que al final y al cabo no es lo que hace andar bien una sociedad si uno sólo ve su ombligo y nada más. Debe de haber una inteligencia colectiva naturalmente inalienable cuando se trata de devenires colectivos que son casi semejantes a las de una familia que no quiere auto-destruirse
¿Es posible ponerse de acuerdo entre todos y plantarse delante de las puertas de todas las casas con un cartón rojo en la mano levantada para rechazar frontalmente las decisiones anti-humanas que la confianza depositada en unos decepcionó? Sí. 
¿Es posible estar verdaderamente conscientes de la vigencia del dividir para reinar y ni hacer caso sino, velar por el contrario? Sí.
A bueno entendedor, un saludo.


Abdoulaye Bilal Traoré 
16 sep 2012

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